Diego F. Rimer B.
@diegorimer
La Historia de Venezuela ha tendido tradicionalmente a exaltar los liderazgos militares; sin embargo, en nuestra historia han estado presentes héroes civiles, héroes que son el sello indiscutible de nuestra convicción democrática y progresista que nos distingue de una sociedad que venera el culto a las armas, por una sociedad amante de la paz, la tolerancia y el dialogo ciudadano, como elementos primordiales en la construcción de la democracia, ésta, como sistema político corresponsable, ideal para satisfacer las genuinas necesidades de los pueblos, por ello, es menesteroso dar honor a quien honor merece, y más aún si se trata de un gran hombre, ilustrado y avanzado a su época, de gran convicción y una profunda fe, Filósofo de la Libertad, prócer de nuestra independencia y estandarte del civismo él fue: Juan Germán Roscio.
Juan Germán Roscio Nieves,
nació San Francisco de Tiznados, Guárico, el 27 de mayo de 1763, hijo de un padre
europeo y una madre mestiza, de padres indígenas; ello será en él, la expresión
genuina de la configuración representativa de la identidad venezolana y la
identidad latinoamericana, es decir, la mestiza, la plural.
Roscio cursó estudios de Derecho Canónico y
Derecho Civil en la Real y Pontificia Universidad de Caracas[1]
obteniendo los títulos de Doctor en Derecho Canónico y de Doctor en Derecho
Civil. Desde su juventud fue una persona consciente de la realidad
socio-cultural en la cual estaba desenvuelto; insatisfecho con la desigualdad
existente en la Venezuela colonial, respecto de la trata a las personas acorde
a su origen racial y económico, además, Roscio fue influenciado durante el
desarrollo de sus estudios superiores por los grandes procesos revolucionarios
del siglo XVIII como la Revolución Norteamericana y la Revolución Francesa,
éstos marcaron su concepción estructural de una sociedad justa a través de
mecanismos de inclusión y transformación que reenfocaran a la América hispánica
con un rígido sistema de estamentos, por uno libre e igualitario entre las
personas, sin distingo de raza, sexo, religión o estatus económico.
Juan
Germán Roscio, será conocido como uno de los primeros pensadores de la América
hispanohablante que propugnará la igualdad acorde al Derecho Natural de los
seres humanos, asimismo es el primer abogado de América que iniciará un proceso
judicial en defensa de los derechos civiles de una persona mestiza, esta fue
Inés María Páez, una mestiza casada con un mantuano, que decidió llevar una
Alfombra para arrodillarse en el templo, cosa solamente permitida a las señoras
de la nobleza (Mantuanos y Peninsulares), ante la ofensa de los Señores del
Cabildo de Caracas, presentes en la Iglesia, decidieron enjuiciarla y, en este
caso, Roscio saldrá victorioso, haciendo que la Junta Suprema de Caracas
permita a raíz de este caso el uso de alfombras para toda la población de
Venezuela en la Iglesia (Esto puede parecer hoy insignificante o inclusive
absurdo, pero constituye un cambio importante socialmente hablando en una
sociedad estamental como la de la Venezuela Colonial).[2]
Roscio
no sólo fue un defensor a ultranza de la igualdad y libertad que todo hombre y
mujer tiene en el ámbito de la abogacía, sino que además incursionó activamente
en la política y fue elegido “Diputado del Pueblo” en 1810 Como miembro de la
Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII, pero desde allí, acorde a
su formación y respondiendo a las fuertes contradicciones que representaba el
sistema monárquico, presionó y luchó de forma abierta a favor de la
emancipación del territorio de Venezuela, ésta, concretada el 5 de julio de
1811, con la Declaración de la Independencia de Venezuela, mediante la
redacción del Acta de la Independencia, de la cual Roscio fue corredactor,
siendo aprobada por todos los Diputados del territorio de la naciente República
de Venezuela el día 7 de julio de 1811, con la sola excepción
de Manuel Maya, diputado por La Grita. Poco a poco la fueron firmando los
representantes, hasta que el 18 de agosto de ese mismo año estamparon las
últimas firmas que sellaron el destino de Venezuela.
Desafortunadamente
en 1812, la Primera República cae, Roscio es exilado y arrestado por
Monteverde, siendo trasladado a Ceuta[3],
donde empieza a trabajar su obra máxima que se traduce en su visión Política y
Jurídica del sistema Liberal, bajo la acepción interpretativa de la Biblia,
siendo ésta un trazado de corte teológico, filosófico y moral que colisionará
con las acepciones tradicionales de la Iglesia Católica sobre el manejo del
poder y la cualidad de los seres humanos, convirtiéndose en un antecedente
importante al desarrollo de pensamientos político-religiosos como la “Teología
de la Liberación”, la obra fue intitulada “Triunfo
de la libertad sobre el despotismo” y se publicó en Filadelfia, Estados
Unidos, en 1817.
Finalmente,
Roscio retorna a Venezuela, donde se desempeñará como Presidente del Congreso
de Angostura, Vicepresidente del Departamento de Venezuela luego de
constituirse la Gran Colombia en 1819 y Vicepresidente de La Gran Colombia, donde
es llamado por Bolívar para presidir el Congreso Constituyente de Cúcuta en el
1821, pero Roscio, habiendo llegado a Cúcuta, afectado de salud, debilitado con
el batallar de la vida, fallece el 10 de marzo de 1821 antes de ver
materializada la expulsión de los realistas en Venezuela para junio de ese
mismo año y de haber sido promulgada la Constitución de la Gran Colombia en
agosto de 1821.
Juan
Germán Roscio, es ejemplo de civismo, educación y acción, su legado ha sido
turbado por el tinte belicista de la historia venezolana y sudamericana, pero
sin lugar a dudas es uno de los máximos exponentes civiles del proceso
emancipador de Venezuela y Sudamérica, por tanto, es nuestra misión preservar
su legado y difundir su mensaje, de gran trascendencia en la construcción y
preservación de los principios y valores republicanos de Venezuela.